jueves, 26 de mayo de 2011

Maldito Platón


He de reconocer que Platón nunca me cayó bien. Algo tendrá que ver aquel verano en que ella me amó mucho pero solo platónicamente. Pero más allá de rencores personales, siempre me sedujeron más los empiristas. El altamente recomendable libro de Nassim Taleb, El Cisne Negro, ha confirmado toda mi antipatía hacía Platón.
Un cisne negro es algo que cae fuera de nuestras expectativas, un fenómeno improbable que cuando ocurre tiene un gran impacto sobre nosotros y nos impele a diseñar explicaciones ex post facto que lo conviertan ahora, a toro pasado, en explicable y predecible.

¿Cuántos de los hechos significativos, los cambios tecnológicos y las invenciones que han tenido lugar a lo largo de nuestra vida fueron anticipados? Todos estos hechos que cambiaron nuestras vidas fueron cisnes negros.
El platonismo es una epidemia grave de nuestros tiempos. Hay sobreabundancia de expertos que nos apabullan con sus cuentos (narratives), cuando no con sofisticados modelos matemáticos. Formas puras platónicas irrespetuosas con los hechos, que explican la inexorabilidad de lo que nadie predijo y parecen tener todas las claves del futuro. Hasta que lo inesperado ocurre, y vuelta a empezar. Sobra evidencia de la inutilidad de sus predicciones.
Contra platonismo, escepticismo empírico: reconocimiento de que avanzamos, en ciencia, en los negocios, en el desarrollo de una marca, por prueba y error; reconocimiento de que lo más útil es la investigación, la experimentación, el respeto a los hechos.
Miguel Muñoz
Director general de CONECTA

Publicado en la columna de opinión de Miguel Muñoz Pase al hueco en la revista IPMarkt

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